Energía

La identificación de sectores en constante  evolución y transformación es una de las palancas de crecimiento de nuestra empresa (enlace a los logos del sector). Son sectores que bien por su propia naturaleza disruptiva o bien por seísmos socioeconómicos y geopolíticos en su perímetro de actividad, ven la necesidad de una rápida adaptación a los cambios de comportamiento. En este segundo epígrafe encontramos las empresas que desarrollan su actividad en el sector energético. 

La cadena de valor eléctrica se desarrolla  en los siguientes tramos:

• Generación de electricidad: Se produce al transformar, en las distintas plantas eléctricas, alguna clase de energía (química, cinética, térmica..) en energía eléctrica teniendo en consideración la progresiva introducción de tecnologías limpias, accesibles y renovables de generación local.
• Transmisión y Distribución: La red de transmisión transporta la energía a grandes distancias, hasta la llegada a su consumidor final (en este caso, distribuidoras dueñas de la red local de distribución) y la de distribución se encarga de suministrar la energía desde la subestación de distribución hasta los usuarios finales (contador del cliente).
• Comercialización de electricidad: Consiste en comprar la electricidad en el mercado mayorista y facturarla a sus clientes según el uso de la electricidad que hayan hecho. La comercializadora es quién envía la factura y tramita las modificaciones contractuales.

Todos estos agentes económicos, pugnan por un enfoque global que les permita encontrar  soluciones digitales en sus múltiples ámbitos de adaptación : industria 4.0 (mantenimiento predictivo, reducción de costes de fabricación…), blockchain y ciberseguridad (plataformas de identidad digital, planes estratégicos de seguridad…), data & analytics (digital twins, marketing intelligence, caracterización de clientes…), infraestructura IT…

¿Cuál es nuestro acercamiento a una dinámica sectorial como ésta?

En Smartup entendemos que cualquiera de esas iniciativas ha de responder a la imagen de la marca, la percepción de los usuarios sobre la misma y la oferta existente. Solo entendiendo ese universo de interpretación se podrán alinear todas las iniciativas tecnológicas hacia un objetivo. Por ello, en primer lugar hemos de sincronizar los distintos canales de comunicación online y offline a través de los cuales llegan a sus clientes potenciales y se relacionan con los existentes.

 El rediseño de la experiencia del usuario comienza con la investigación del comportamiento declarado, social y medido de los principales segmentos de usuarios que finalmente se concretan en nuevos perfiles de comportamiento, en nuestro argot de inbound marketing, en nuevos buyer personas con sus correspondientes buyer journeys y micromomentos de conectividad y consumo. 

Con los datos del comportamiento del usuario diseñamos el mapa de navegación, la experiencia de uso y las interfaces del website que han de servir de plataforma pública de comunicación. 

En paralelo, usando la información del perfil privado de cada usuario desarrollamos una estrategia completa de data analytics que nos permita desde entender la conversión en redes sociales en torno a la marca, hasta detectar potenciales crisis reputacionales y oportunidades de venta de forma proactiva. Esta integración también nos permite responder dudas de los usuarios y resolver problemas desde distintos canales (redes sociales, chatbot, correo corporativo …) y de forma uniforme. 

En conclusión, entender cómo percibe nuestro mercado quienes somos y nuestros mensajes, cómo esto supone un retorno por los diferentes canales de comercialización, cómo lo anterior, a su vez, define patrones de comportamiento sobre los que podemos incidir y, a partir de ahí, orientar toda la adaptación en la compañía hacia los retos que dicho análisis nos haya marcado.